Alicante es una ciudad del arco mediterráneo con potencial, pero sus grandes proyectos fracasan. Es la capital de la cuarta provincia de España en Producto Interior Bruto (PIB), con una economía diversificada en la que destacan los sectores exportadores (calzado, textil y mármol) y el turismo. La ciudad, de tamaño medio (350.000 habitantes), está bien comunicada, sobre todo gracias al aeropuerto de L’Altet (el cuarto en tráfico de España), y tiene un clima excepcional. Sin embargo, no acaba de despegar. La sociedad alicantina es la primera en plantear grandes iniciativas de futuro, pero al final, en la mayoría de los casos los proyectos se atascan. Quedan enredados en discusiones políticas, son tumbados en los tribunales o acaban olvidados en un cajón ante la desidia de políticos y empresarios.
La lista es larga. El último ejemplo, de momento. ha sido el plan Rabassa, la polémica urbanización de cuatro millones de metros cuadrados de suelo sobre los que el empresario Enrique Ortiz, imputado en el caso Brugal, pretendía la construcción de 13.500 viviendas y un área comercial para albergar a Ikea. Se presentó la maqueta, hubo largas colas de familias interesadas en adquirir una vivienda social y la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, convirtió la llegada de la multinacional sueca en su apuesta comercial. Sin embargo, esta semana el Tribunal Superior de Justicia ha tumbado el proyecto por la falta de publicidad en el proceso de adjudicación del plan y la ausencia de suficientes reservas de agua. Ahora toca volver a empezar de cero y la alcaldesa, Sonia Castedo, intentará salvar solo Ikea.
De iniciativas fracasadas como esta han corrido ríos de tinta en la prensa. El Palacio de Congresos que proyectó el exalcalde Luis Díaz Alperi, del PP, en la ladera del monte Benacantil también fue rechazado en los tribunales, ya que se pretendía construir sobre un BIC (Bien de Interés Cultural). El PP, que convirtió esta infraestructura en su principal promesa electoral, cambió entonces el emplazamiento a la Sangueta, pero la crisis ha enterrado definitivamente esta iniciativa reclamada por los hoteleros desde hace décadas.
La Universidad de Alicante, bajo el mandato del rector Andrés Pedreño en los años noventa, fue pionera en proyectar un parque científico, un área anexa al campus en el que empresas de avanzado valor tecnológico convivieran con los investigadores. Se presentaron un proyecto y la maqueta del Medpark. Sin embargo, el enfrentamiento institucional y político con la Generalitat presidida por Eduardo Zaplana, que segregó centros y facultades por la fuerza para crear la Universidad Miguel Hernández de Elche, bloqueó cualquier iniciativa que surgiera del despacho de Pedreño. El resultado una década más tarde es que el parque científico ha quedado reducido a un edificio de laboratorios y un animalario.
La Justicia ha sido otra damnificada de esta política de desaciertos y desencuentros que parece que se ha instaurado en Alicante. La Ciudad de la Justicia es una demanda crónica de jueces, fiscales y abogados, que llevan más de una década pidiendo un complejo donde unir los servicios y juzgados. Se anunció la colocación de la primera piedra en 2010, pero llegó la crisis y la Generalitat descartó por “inviable” el proyecto. “Alicante es la única de las grandes ciudades valencianas que no tiene Ciudad de la Justicia”, se ha quejado el presidente de la Audiencia de Alicante, Vicente Magro, en reiteradas ocasiones.
Otro ejemplo. La puesta en marcha de la línea 2 del Tram, el tranvía que tiene previsto unir el centro de Alicante con Sant Vicent del Raspeig y el campus actual de la universidad, también se ha convertido en un despropósito. La Generalitat invirtió 150 millones de euros en esta línea, cuyas obras finalizaron hace dos años, y se compraron los tranvías. Pero el concurso para su explotación privada se atascó. Al final, será el personal de FGV (Ferrocarrils de la Generalitat) el que asuma la puesta en marcha de esta línea para el próximo curso escolar.
Otros proyectos que no han pasado de la maqueta son las torres y reforma integral del estadio Rico Pérez, la nueva estación de autobuses que se proyectaba sobre la antigua, la comandancia de la Guardia Civil o la estación intermodal de tren para unificar el tranvía, AVE y los trenes de cercanías.