Unicaja tomó el Palau Blaugrana, donde el Barcelona volvió a exhibir las carencias, dudas y limitaciones que caracterizan su juego esta temporada. Los alardes de Navarro y Tomic, la presión final a la desesperada y una defensa en zona que creó una fase de duda en el ataque del equipo malagueño no le bastaron al Barça para redimirse a última hora de las malas sensaciones que desprendió durante todo el partido.
El Barcelona atacó mal, sin elaborar, muchas veces a la desesperada, fiado a las individualidades. No le funciona al Barcelona su batería de bases. Marcelinho no estuvo acertado en ataque, y cuando eso sucede, el juego del jugador brasileño se desajusta. Sada no consiguió enmendarle la plana a su compañero y el tercero en discordia, Pullen, está lejos de alcanzar el dominio sobre el juego y el crédito y la autoridad moral sobre sus compañeros que precisa un base.
El Unicaja, en cambio, funcionó de maravilla y le di un repaso al Barcelona durante el final del primer cuarto y todo el segundo. Calloway descerrajó la defensa del Barcelona con tres triples, Urtasun le dio fluidez al juego de ataque del Unicaja con una sucesión de asistencias y un par de canastas, Caner-Meddley desequilibró en el interior de la zona, mal cerrada por los pívots del Barcelona, y Vázquez estuvo certero cuando tuvo ocasión de lanzar desde tres metros.
Los relevos revitalizaron al equipo de Joan Plaza, desbordado de entrada por las arremetidas de Nachbar y Papanikolaou. El entrenador del Unicaja sorprendió con un quinteto inicial atípico, en el que debutó como titular Domas Sabonis, de 17 años e hijo del legendario Arvydas, y también con Sergi Vidal, que esta temporada siempre había salido desde el banquillo.
El partido dio un bandazo entre el final del primer cuarto y el segundo, entre la entrada en tromba del Barcelona, con un 11-2, y la arrolladora reacción del Unicaja que le dio su máxima ventaja: 32-43. El Barcelona, gracias a la inspiración y el acierto individual de Navarro y Tomic, logró igualar a 47. Pero en cuanto Pascual les dio un respiro su equipo lo notó y el Unicaja lo aprovechó para poner tierra de por medio y dejar casi sentenciado el asunto: 59-70. La defensa en zona que impuso el Barcelona y la tentación del Unicaja de entregarse a una serie de ataques especulativos, volvió a estrechar la diferencia: 67-70, a falta de un minuto y medio. Pero el Barcelona ya iba a la desesperada. Al Unicaja le bastaba con dar la puntilla; después de que Navarro fallara dos tiros libres, se encargaron de ello Vázquez y Granger.