Algunos dirigentes creen que Mariano Rajoy manda más en el PP que el propio José María Aznar en los años 90. Su poder es enorme. Pero ayer no consiguió convencer a la cúpula del partido de que no hable del aborto. Lo intentó. Arrancó su discurso hablando solo de economía y de Cataluña, y dijo que eso, la economía, es de lo que tiene que hablar el PP. Pero no le hicieron caso, y se produjo un intenso debate en el Comité Ejecutivo, en el que solo el propio Rajoy salió en apoyo de Alberto Ruiz-Gallardón, que defendió con ahínco su ley, aunque trató de hacer de mediador y también le pidió que “escuche” las opiniones de los barones críticos.
Esto es, abrió la puerta a posibles cambios aunque con mucha cautela, tanto que varios dirigentes interpretaron que en realidad estaba ganando tiempo para rebajar la tensión interna. Y además, el presidente exigió, y sonó a orden, a todos los barones que no hablen más en público de este asunto y que dejen los debates para las reuniones internas. Un aviso muy claro y un interno por taponar la vía de agua interna.
La reunión cumplió las peores expectativas de Rajoy, que huye de este debate hasta el punto de que ni siquiera ha pronunciado en público la palabra “aborto” y no estaba en el Consejo de Ministros el día que se aprobó la ley. Todos los barones que se habían mostrado escépticos con la ley, y algunos más, hablaron ayer. Y a ellos se sumó la veterana Celia Villalobos, vicepresidenta del Congreso, que fue especialmente vehemente en su oposición a la reforma planteada por Gallardón.
Pero lo más relevante políticamente, además de las quejas y las dudas de los barones, que reflejan un ambiente de clara oposición a esta ley en buena parte del partido, fue el intento de Gallardón por salir de la soledad política en la que se encuentra con esta norma. Rajoy dejó que fuera el ministro quien entrara al debate con los barones. Y Gallardón, en una intervención extensa y muy preparada, que incluso cosechó algunos aplausos, trató de desmentir la idea, instalada en algunos sectores del PP, de que se trata de una gallardonada, esto es una iniciativa del ministro de Justicia, que va por libre. Gallardón no llegó a recordar lo obvio, esto es que una norma así no puede salir sin el respaldo de la vicepresidenta y el presidente, sus superiores jerárquicos, pero les implicó como autores intelectuales de la ley de una forma indirecta.
José Antonio Monago, el presidente de Extremadura, había argumentado que en realidad esta ley no obedece a un compromiso electoral porque el programa era tan ambiguo que se podía haber hecho esta norma u otra mucho más suave. El programa solo decía “cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como las menores”. Gallardón contestó a Monago: “Es verdad que el programa no lo decía claramente. Pero además de ese programa nosotros tenemos una posición fijada en 2010 en el recurso que hicimos al Tribunal Constitucional contra la ley del PSOE. Y ese recurso estaba firmado por el presidente del Gobierno y media docena de los ministros actuales”, recordó.
El ministro estaba así implicando a Rajoy y Sáenz de Santamaría al recordar que en ese recurso, que él no firmó porque no era diputado y que presentaron la vicepresidenta y Federico Trillo, encargados de su redacción, se decían cosas muy duras sobre el aborto de fetos con malformaciones. “Esos casos de aborto eugenésico”, decía el recurso sobre el supuesto de anomalía fetal en la versión de 2010, “no pueden dejar de recordarnos teorías eugenésicas —de infausto recuerdo cuando fueron objeto de aplicación en la historia— que defendieron las tesis de ‘vidas que no merecen la vida’ (Lebensunwertes Leben) o ‘vidas que son una carga’ (Ballastexistenzen)”. Esos términos los utilizó la Alemania nazi para justificar el exterminio o esterilización de un sector de la población.
Algunos diputados que firmaron ese recurso están molestos porque ahora ven a dirigentes regionales que se muestran sorprendidos por la ley de Gallardón pero entonces no criticaron ese recurso, donde se fijó la posición del partido. Aunque el PP está muy dividido y en el grupo parlamentario también hay mucha gente, tal vez mayoría, que no está de acuerdo con la norma aprobada por el Consejo de Ministros.
El recordatorio de Gallardón por tanto no era casual. Aunque Rajoy y Sáenz de Santamaría han evitado hablar de la ley, el ministro recordaba así a todos sus compañeros que él no va por libre, que sigue la estela marcada en ese recurso. Sáenz de Santamaría no habló, y tampoco Trillo, ahora embajador en Londres, que después de dos años de ausencias ayer sí estaba en el Comité Ejecutivo. Sin embargo, Trillo, representante del sector más conservador, se acercó al final para felicitar a Gallardón por su intervención.
Ante el intento tanto de María Dolores de Cospedal como de Rajoy de evitar el asunto —no dijeron ni una palabra en sus intervenciones iniciales— fue Monago el que rompió el hielo. Y lo hizo de forma directa. “Como me ha invitado Alberto Fabra a intervenir en este comité, lo hago para explicar mi posición sobre el aborto”. Monago aseguró que él lo único que está pidiendo es un intento por lograr un consenso mayor, para intentar hacer una ley para los próximos 20 años, y no una norma que cambie el PSOE en cuanto llegue al Gobierno. “Este es un debate de sentimientos”, explicó, para recordar una frase de un ministro de finanzas alemán: “Los políticos hacen políticas para las personas tal como son y no como les gustaría que fueran”.
Fue Pedro Sanz, el presidente de La Rioja, quien sin apoyar la ley tal como está redactada —nadie lo hizo salvo Gallardón y Rajoy— pidió a sus compañeros que eviten una guerra por este asunto. “Este no debería ser el comité del aborto. Deberíamos poner el acento en la economía y no en este debate, que es el que interesa al PSOE. No nos dividamos entre nosotros”.
Efectivamente, el PSOE ha convertido este asunto en una cuestión prioritaria ante el enorme rechazo social que está sufriendo la ley de Gallardón. Y ha logrado implicar a sus socios europeos. El presidente del Partido Socialista Europeo (PSE), el búlgaro Sergei Stanishev, llamó ayer a la movilización internacional de todas las fuerzas “progresistas” contra la ley del aborto promovida por el Gobierno español porque es una “ley contra las mujeres”. Ni Rajoy ni Sanz lograron evitar que el aborto estuviera muy presente en la reunión del PP.El gallego Alberto Núñez Feijóo, que también consideró un “error que este comité se convierta en comité del aborto” aseguró que con esta norma se produce un “cruce de sentimientos” y concluyó que “hay que hablar” mucho internamente para llegar a un consenso.
Juan Vicente Herrera, de Castilla y León, también defendió, como hizo públicamente, la posibilidad de esperar a que falle el Constitucional y defendió que “hay que buscar más consenso en estos temas sociales”. Luisa Fernanda Rudi, de Aragón, bromeó con la idea de que le han pedido que elija entre “el carca Gallardón y el moderado Feijóo” y también pidió mayor consenso. Y Rajoy cerró la reunión reclamando a todos que no vuelvan a hablar en público de este tema. Esta vez sí pronunció la palabra aborto y dijo que es “un tema muy difícil, porque es difícil debatir con sentimientos”.
Pero recogió la idea de Gallardón, dijo que es una ley equilibrada que van en la línea de la de 1985 y del recurso del PP de 2010 que él firmó. Aún así, al final abrió una puerta: “Gallardón se ha ofrecido a mantener conversaciones con todos los presidentes autonómicos para enriquecer la ley entre todos. Le pido que lo haga. Pero no sigamos debatiendo en público este asunto”.