La recesión ha dado un vuelco a la demanda de trabajo para las campañas de la fruta en Lleida. Si hace solo cinco años los empresarios del campo debían importar a mano de obra de otros países ante la falta de interés de los autóctonos, hoy ocurre todo lo contrario. El elevado nivel de paro supone que los locales ya no estén en condiciones de rechazar un empleo en el campo.
La dureza del trabajo, el cambio de residencia y los bajos salarios (unos 6 euros por hora) eran los motivos que esgrimían quienes rechazaban las ofertas para trabajar en el campo. De hecho, la Generalitat envió durante dos años seguidos cartas a 8.000 desempleados catalanes para ofrecerles la posibilidad de trabajar en la recogida de la fruta de Lleida, pero la iniciativa fracasó: sólo respondió uno de cada ocho.
Ahora, sin embargo, los agentes sociales están observando una mayor predisposición por parte de los locales en paro a trabajar en la campaña de la fruta, cuando antes preferían seguir cobrando el subsidio. A la vez, disminuido el número de personas no comunitarias que buscan trabajo en el campo. “Esa tendencia es todavía imperceptible”, matiza Josep Maria Companys, coordinador del sindicato agrario Unió de Pagesos (UP) en Lleida.
En la bolsa de trabajo de la Fundación Pagesos Solidaris, gestionada por el sindicato, hay apuntadas unas 3.000 personas. Un 20% son autóctonos, cuando hace dos años la proporción era solo de un 2%. Por ahora no hay ninguna oferta para ellos y, como admite Francesc G., vecino de Torregrossa (Pla d’Urgell), resulta muy difícil entrar en la rueda porque la mano de obra necesaria ya está cubierta con temporeros que repiten de otras campañas. Francesc, de 27 años y con estudios de electricidad y mantenimiento, lleva en paro desde 2008 y en cinco años sólo ha trabajado de 9 meses en varios empleos temporales. El último lo desempeñó en una granja de cerdos. “Estoy abierto a trabajar en la recogida de la fruta, de vigilante o en lo que sea”, señala.
Durante la pasada campaña de la fruta se contrató a unas 13.000 personas, de las cuales apenas un 5% fueron a parados españoles. La gran mayoría de los temporeros contratados, como ocurrirá este año, eran extranjeros con permiso de trabajo y de residencia inscritos en las oficinas de empleo, que habían trabajado anteriormente en los sectores de la construcción, hostelería y servicios.
La actual campaña de recogida de la fruta arrancará dentro de unas semanas con un incremento de la producción y, por tanto, con una mayor demanda de mano de obra. Ello puede provocar un efecto llamada que las autoridades locales se han apresurado a contrarrestar advirtiendo de que nadie se desplace a Lleida sin contrato porque no encontrará trabajo.
Este año la Inspección de Trabajo intensificará los controles en el campo y velará para evitar el fraude en la contratación usando medios informáticos, ya que en el actual contexto de crisis puede haber empresarios que quieran aprovecharse de la situación de necesidad de las personas sin papeles. Los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional también han iniciado la campaña de control en la zona frutícola del Baix Segre y en el centro histórico de Lleida para evitar asentamientos ilegales. Los alcaldes de Alcarràs, Aitona, Torres de Segre y Soses, municipios con gran peso en la campaña de la fruta, han hecho un llamamiento conjunto a otras comunidades autónomas, sindicatos y entidades humanitarias para que se abstengan de enviar a la zona temporeros sin contrato concertado.