Manu Ginóbili despertó de su letargo y espoleó a los Spurs hacia una valiosísima victoria ante los Heat (114-104). La final está a punto de ebullición, con un panorama apasionante y que propicia todas las intrigas que se quieran: quedan dos posibles partidos y ambos se disputarán en Miami. Pero a San Antonio solo le separa una victoria del título y los Heat están obligados a ganar los dos encuentros para repetir el anillo que conquistaron hace un año.
La deslumbrante actuación del alero argentino se combinó con una completa exhibición del big three de los Spurs, el que forma junto a Parker y Duncan, además de los alardes de Danny Green, que anotó 6 triples y estableció un nuevo récord absoluto en las finales, con 25, superando en tres la anterior marca que estaba en poder de Ray Allen.
Los Spurs dominaron de principio a fin, pero se produjeron notables vaivenes en el marcador y los Heat se mostraron amenazantes casi hasta el final. Popovich dio una vuelta de tuerca a su estrategia y por primera vez en toda la temporada dio entrada en el quinteto inicial a Ginóbili, desplazando del mismo a Splitter. La novedad dio frutos muy rápido. Los Spurs movieron más y mejor el balón y fueron más agresivos en ataque. Llegaron a dominar por 17 puntos (45-28).
Pero los Heat demostraron su ya conocida capacidad de reacción y se situaron a dos puntos (61-59) nada más dar inicio el tercer cuarto y a solo uno al final del mismo (75-74). Fue entonces cuando Ginóbili asumió con más intensidad el mando de las operaciones y espoleó a su escuadra hacia un parcial determinante, 21-2, que dejó el marcador en 96-76 a menos ya de nueve minutos para el final.
La grada vibró con Ginóbili, un jugador muy querido en San Antonio, pero que atravesaba por una evidente crisis de juego a lo largo de las finales ante los Heat. Promediaba 7,5 puntos y un 34% de acierto en el tiro con solo 3 de 16 en los triples. En cambio, en el quinto partido, se mostró implacable y anotó 24 puntos, con una serie de 8 de 14 en tiros de campo y 7 de 8 en tiros libres. Fue su máxima anotación en toda la temporada, superando los 23 puntos que firmó en un encuentro ante Houston el 28 de diciembre. Manudona, como le apodan, dio mucha más mordiente al juego de su equipo y repartió 10 asistencias.
La actuación del jugador nacido en Bahía Blanca (Argentina) hace casi 36 años, se combinó con la de sus dos compañeros que completan el big three de San Antonio. Tony Parker estuvo especialmente inspirado en los compases finales del partido, cuando los Heat, sobre todo de la mano de Ray Allen, apretaron de firme y se situaron a solo ocho puntos (109-101) cuando faltaba 1.34 minutos para el final. El francés remató la faena y situó su estadística en 26 puntos y 5 asistencias, complementada con los 17 puntos y 12 rebotes de Duncan. Además, Green estuvo de nuevo espléndido en los triples con 6 de 10 para un total de 24 puntos y 6 rebotes.
Leonard y Diaw lograron frenar con relativa eficacia a Lebron James. La figura de los Heat sumó 25 puntos, 6 rebotes, 8 asistencias y 4 robos de balón, pero su serie en el tiro fue pobre, con 8 de 22 en tiros de campo. También perdió 3 balones y le pusieron 2 tapones. Wade fue el más eficaz en los Heat, con 25 puntos y 10 asistencias, aunque también Ray Allen se mostró igualmente certero con 21 puntos y 4 triples sin error.
Los Heat sumaron dos rebotes más y perdieron cinco balones menos, pero les sirvió de poco porque su defensa no logró evitar la tremenda eficacia de los Spurs, que acabaron con un 60% de acierto en el tiro. En los momentos finales, cuando Miami pugnaba por acercase en el marcador, se quejaron amargamente a los árbitros, que señalaron dos rigurosas faltas en ataque a Miller y Lebron James. En todo caso, los Heat denotaron muchas lagunas en su juego, pagaron sus discretos porcentajes y las flojas aportaciones de Chalmers, Miller, Haslem y Cole.