La cadena de hoteles Foxá, propietaria de siete establecimientos que emplean a más de 300 personas, cerrará sus puertas el próximo día 30 de junio. Trome, la empresa matriz del grupo hotelero, lleva en concurso de acreedores desde enero de 2012, y, según publica el diario económico Cinco Días, el pasado 21 de mayo el juez dictó auto aprobando el plan de liquidación presentado por la administración concursal.
Los empleados de los establecimientos han sido notificados del cierre a finales de mes. Javier Martín, representante de los trabajadores y revenue manager de la empresa, asegura que a ellos ya se lo han comunicado. En conversación telefónica, Martín confirma que son 300 los asalariados que se verán afectados por el cese de la actividad de los hoteles y que no tienen niguna perspectiva de futuro. "Teníamos un acuerdo para cobrar 26 días por año pero ya nos han dicho que ese dinero no lo vamos a ver".
El representante sindical denuncia que en todo el proceso les han puesto unas pegas "terribles" y que la propia empresa ha dejado claro que no hay dinero y que los empleados tendrán que acudir al Fogasa, el fondo estatal de garantías salariales. EL PAÍS ha intentado ponerse en contacto con la empresa sin éxito.
Martín achaca a la gestión de sus propietarios —que tacha de malintencionada— la situación del grupo y defiende que los establecimientos son rentables. "Por ejemplo el Foxá 25 y el Foxá 32 [ambos situados en los alrededores de la madrileña plaza de Castilla] son rentables seguro. Tienen una ocupación de en torno al 60%-65%, es decir, en las cifras en las que se mueve el sector".
El grupo posee cinco hoteles y dos centros rurales. De los primeros, todos de categoría cuatro estrellas, cuatro están situados en Madrid y uno —cerrado desde mayo— en Valladolid. Las casas rurales están emplazadas en Balneario de Carabaña y Molino de Cantarranas, ambos en la Comunidad de Madrid.